La noche de Halloween, víspera del Día de Todos los Santos, es una festividad que se está volviendo cada vez más popular en nuestro país en los últimos años. Un ejemplo claro de cómo los españoles adquirimos para determinadas fechas la forma de celebración anglosajona sumándola a nuestras tradiciones.
De la misma manera que Papá Noel ya es un elemento fundamental para nuestra Navidad, igualando en protagonismo incluso a los Reyes Magos; en este caso, disfraces, calabazas y golosinas se han unido a las castañas, los buñuelos y las visitas al cementerio. Poco a poco, estas costumbres extranjeras han ido ganando terreno hasta tal punto que ya no se concibe el 31 de octubre sin vincularlo a Halloween.
También hay gente que no lo festeja, evidentemente. Sin embargo, inevitablemente todos nos vemos envueltos en el ambiente, y es que los colores negro y naranja junto a telarañas y calabazas llenan los espacios comerciales durante las últimas semanas de este mes: centros comerciales, tiendas, bares y discotecas, supermercados, parques de atracciones, etc.
¿Truco o trato?
El crecimiento de la popularidad de esta fiesta se debe, especialmente, al éxito que tiene entre los más pequeños. Los niños viven con ilusión esta fecha participando en las actividades temáticas del colegio y, después, ataviados con sus trajes preparados para la ocasión, acuden a las viviendas de sus vecinos a pedir caramelos con el clásico: ¿truco o trato?
Aunque esta parte es la más famosa de Halloween, perfectamente escenificada por las películas americanas, en España es la que más nos está costando adoptar. Pero, por si acaso, no está de más que tengáis provisiones de golosinas en casa por si este año los chicos de vuestro barrio se animan a tocaros el timbre.
Entre los adultos, sin embargo, hay una mezcla más evidente de tradiciones. Por un lado, es difícil abstraerse del ambiente generalizado y no adornar la casa o buscarse un disfraz divertido con el que salir con los amigos a pasar un buen rato por la noche. Pero tampoco perdemos nuestras costumbres, acudiendo al cementerio el 1 de Noviembre para llevar flores a nuestros seres queridos, y disfrutando de los dulces típicos de la época, como los buñuelos o los huesos de santo.
En cualquier caso, las tiendas y los bares aprovechan el tirón que tiene esta celebración. La decoración, las fiestas temáticas o los productos en oferta, entre otros ejemplos, no son otra cosa que estrategias para incentivar el consumo. Y aunque es cierto que se puede disfrutar de estas fechas sin invertir mucho, al final es difícil no caer en la tentación.
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